Top 10 fotogramas de Ámsterdam
Imágenes de una ciudad en la que sus calles no paran de tender puentes para canalizar tanta belleza. En ella tienen los museos su propio barrio y las flores un mercado flotante. El ciclista, como cantara antaño el anuncio del cola cao, se hace el amo de la pista y la marihuana viaja en coffee shops. En pleno centro histórico el sexo te recibe a pie de calle y, al menor descuido, te la pueden dar con queso a la vuelta de cualquier esquina. Fotograma aparte merece el tulipán que, llevando el agua a su molino, cuando menos te lo esperas se pone sus zuecos esmaltados y pasea por el parque.
1.Los Girasoles
Dan nombre a una serie de cuadros al óleo pintados por Vincent van Gogh y colgados en las paredes de algunas de las mejores pinacotecas del mundo. El de la foto puede ser admirado en el museo que reúne la colección más extensa de obras del pintor holandés en la ciudad de Ámsterdam. En esta serie de lienzos el amarillo se viste de largo y su soleado resplandor trasciende la propia naturaleza muerta que representa para sacar a la luz el tormentoso carácter de su autor. Por aquéllas fechas, se corta el lóbulo de su oreja izquierda, llegando los lamentos a oídos de Paul Gauguin que, por aquél entonces, compartía pincel y techo con nuestro protagonista.
2.La Biblioteca escondida
La biblioteca más bonita de Holanda y una de las veinte más hermosas del mundo está escondida en el Rijksmuseum. Tras el vértigo de tanto cuadro uno agradece darse de bruces con este remanso de sabiduría, en el que los tomos que recubren sus muros rebosan historia del arte por sus cuatro costados. Después de darle los buenos días a Vermeer, quitarse el sombrero ante Rembrandt y saludar a varios de sus colegas, encontrarse súbitamente con esta maravillosa colmena de libros, que pasa por ser una de las principales bibliotecas de arte del mundo, es un auténtico placer digno de los sabios griegos.
3.La habitación de la casa de atrás
En la habitación de "la casa de atrás" se entristecen las ilusiones, se agrietan los sueños y se tambalea la esperanza. Mientras está oculta en esta casa con su familia para no ser descubierta por los nazis, Ana Frank vierte en un diario tanto sus aspiraciones como sus frustraciones pero, sobre todo, la conmoción que la guerra produce en una niña judía que en el puente hacia la adolescencia contempla cómo el odio del fascismo convierte en tragedia todo lo que toca. El diario, escrito tras los barrotes de la intimidad, y la muerte de su autora en un campo de concentración han transformado este sobrecogedor episodio en un símbolo indeleble del Holocausto.
4.La Iglesia clandestina "Nuestro Señor del Desván"
Es la gran sorpresa que guarda en su parte superior el Museum Ons’ Lieve Heer op Solder o, lo que es lo mismo, el Museo de Nuestro Señor en el ático. Fue iglesia parroquial a la que asistían los católicos del centro de la ciudad durante los siglos XVII al XIX, con la anuencia implícita de los protestantes que, sabedores de su existencia, miraban para otro lado. En la actualidad no es lugar de culto sino que es una parte más del museo, visitada por ciudadanos de todos los credos. Entrar en este museo, en el que además de la iglesia podemos apreciar las distintas dependencias de lo que en su día fue casa del canal, es retroceder en el tiempo.
5.La Lechera
Uno de los cuadros que más expectación despierta en los visitantes del Rijksmuseum es la Lechera del artista holandés Johannes Vermeer. El azul y el amarillo se hermanan en una estampa cotidiana consiguiendo, y de qué forma, poetizar la escena hasta el punto de hacer de lo sencillo algo sublime. Dejando para los expertos el análisis técnico de la obra, no se puede obviar que uno de sus focos de atención, si no el más importante, es el contraste de la inmovilidad de los elementos que decoran el cuadro con el movimiento que transmite la leche al caer sobre el recipiente que tiene debajo y hacia el que la criada dirige su mirada. Como dato final, no exento de interés, digamos que Vermeer, al que alguien denominó la "Esfinge de Delft", ejerció gran influencia sobre Salvador Dalí.
6.El Barrio Rojo
El centro histórico de Ámsterdam alberga entre sus muros el barrio más turístico de la ciudad. En él, ir de escaparates no tiene el mismo significado que en otros lugares, pues en este caso lo que se ve detrás de la luna son "maniquíes" con cuerpo de mujer que, con un guiño sensual, invitan a los transeúntes a pasar al interior, donde en lugar de probarse prendas, se deshacen de las que llevan puestas. Las calles en las que están ubicados estos probadores del sexo suelen estar muy concurridas, sobre todo de noche cuando la deshora se viste de rojo pasión. No obstante, la exhibición y la curiosidad conviven de forma pacífica.
7.Mercado de las flores –Bloemenmarkt–
Uno de los alicientes más hermosos de Ámsterdam es el mercado de la flores, también conocido como mercado flotante, pues sus puestos se asientan sobre barcazas en el canal de Singel, lo que no es fácil de apreciar si no es desde los puentes situados al comienzo y al final de su recorrido. El rey de este palacio de las flores no es otro que el bulbo del tulipán, si bien comparte su cetro con las semillas de una gran variedad de plantas y también con todo tipo de souvenirs. En la cubierta de estas embarcaciones florales es donde sus huéspedes despliegan todo su colorido y todo su perfume, haciendo las delicias de la vista y del olfato de los allí presentes.
8.Estación Central
Para una gran parte de los turistas la visita a Ámsterdam comienza en esta estación de estilo neorrenacentista holandés, obra del arquitecto Pierre Cuypers, que es también el padre del Rijksmuseum y, de ahí, la semejanza de sus criaturas. La puerta central de este bello edificio está escoltada por dos torres con dos preciosos relojes. Si a ello se le suma la combinación del ladrillo rojo de su fachada con el dorado de las escenas en la misma representadas, el resultado no puede ser otro que una estación, y nunca mejor dicho, de parada obligatoria. Por si esto fuera poco, su ubicación fronteriza con el centro histórico de la ciudad, la hace aún más tentadora.
9.Café Americain
Esta joya reluce en el interior del American hotel, enclavado en la Leidseplein, una de las plazas más animadas y con más ambiente de la ciudad. Fue durante años lugar de reunión de escritores, actores y demás intelectualidad, hoy sustituidos en gran medida por aquellos turistas que buscan un lugar distendido a la hora de tomar un café. No en vano se le conoce como la sala de estar de Ámsterdam. Ahora bien, se trata de una sala muy especial: lámparas de cristal, vidrieras polícromas, tapizados, alto techo con arcos, espejos, una mesa alargada para la lectura de periódicos y un piano para amenizar las veladas. La estancia en este templo del café es de las que te suspenden en el tiempo.
10.Ronda de noche
Este cuadro de Rembrandt es la estrella que más brilla en el firmamento del Rijksmuseum. Uno de los metales más preciados en la edad de oro del arte holandés, como así lo confirma el elevado número de personas que cada día le presentan sus respetos. Nunca una penumbra se vio de luz tan bien acompañada y nunca un rojo de dorados tan bien servido. Este oasis del claroscuro, frecuentado previamente por el maestro Caravaggio, es la gran aportación de Rembrandt a la pintura barroca. Una réplica de los personajes que aparecen en el lienzo puede contemplarse en forma de escultura en la plaza que lleva su nombre.