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Ocio y Cultura 15/08/2022 · Diego Fernández

10 extractos del libro 'Justicia poética' de Samuel Vázquez

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"No busque en esta historia detectives atractivos ni inspectores de policía que resuelven todos los casos. Este es un relato de policías de verdad, de policías de la calle, los primeros en llegar y los últimos en irse. Una historia reflejo del trabajo diario de unos agentes que no siempre ganan, no siempre lo hacen bien, y que a veces tienen que ir un paso más allá para lograr una justicia mejor que la legal, la justicia poética".

Hay un proyecto para llevar este libro a película.

Detalle de la portada del libro 'Justicia poética' de Samuel Vázquez

1. Extracto 1

Terminaba un mes de enero frío del año en el que los Reyes Magos de la Jefatura de la Comisaría de Fuenlabrada vinieron con carbón para el Grupo Omega. 
Casi nunca cambia nada en este tipo de comisarías, así que el cambio de turno había sido una revolución. 
Lo demás todo igual: jefes que no salen del despacho pero acabarán repartiéndose las medallas, policías en «huecos» con tareas administrativas que no arriesgan nada y cobran lo mismo que los demás, un grupito de pelotas que medran a puestos relevantes de tanto chupar pollas de despacho en despacho, y un grupo de agentes batiéndose el cobre en la calle por el mismo salario que quien pasea fotocopias de una planta a otra de comisaría. 

2. Extracto 2

La escena vista desde fuera —ya no te digo nada grabada con un móvil— puede parecer violenta. En un telediario, desde luego, vendería mucho, y los tertulianos de la tele se iban a hinchar a dar lecciones de ética, pero los policías saben lo peligroso que es que un tío de 90 kilos no respete la distancia de seguridad. Si te da un puñetazo una persona de ese tamaño, lo normal es que te deje fuera de combate, y un policía no puede arriesgarse a eso. 
El 75% de las peleas las gana quien da el primer golpe, pero visto desde fuera no es más que una agresión brutal de un policía a un hombre desarmado que solo estaba gritando.

3. Extracto 3

Es muy difícil, la gente no entiende que para cuando los policías reciben la llamada ya hace un rato que ha pasado el hecho, y además tardan otro rato en llegar. 
Ahora el padre llegará, verá a su hijo llorar y soltará el típico «nunca estáis cuando se os necesita». 
Cuando ni siquiera aquel al que ayudas te comprende, el trabajo se convierte en muy difícil, pero hay veces que sale bien, y entonces la sensación es mágica. 

4. Extracto 4

Más tarde, otro robo con violencia en el que tampoco se rasca nada, a la una de la mañana petan un bar en Loranca y, casi al mismo tiempo, otro en el Arroyo rompiendo la cristalera con una alcantarilla. Ayarza comenta la jugada con su compañero Marco. 
—Hostia, nos están dando pa’l pelo, ya verás a los jefes mañana por la mañana con el parte de Sala y el de la Oficina de Denuncias en la mano cagándose en Dios. Está Miniyo ahí, en el cuartito, escuchando la emisora, que echa humo por la cabeza. Entre Saúl tocándole los cojones y los palos que están dando, está cagao pensando en la hora de dar novedades por la mañana cuando lleguen los miuras. 
—Pues que coja un zeta y salga a reforzar, ¿Qué pasa? ¿Que no es policía? —Este, como no refuerce la cola del McAuto…

5. Extracto 5

Uno de los trabajadores de autobuses que sale de cocheras en la Cantueña para recoger personal como parte de los servicios mínimos se ha encontrado en mitad de la avenida de la Industria con un piquete en la carretera y se ha tenido que parar. 
Nueve chavales con camisetas del Che Guevara, pañuelos palestinos y resto de estética a la que obliga el manual del perfecto adoctrinado, le hacen bajar del autobús. De nada sirven las explicaciones de que pertenece a los servicios mínimos y que va a recoger a otros trabajadores. 
Le llaman esquirol y facha, y cuando el obrero hace ademán de enfrentarse a los niñatos le tiran al suelo y lo patean. Luego le prenden fuego al autobús. A Emilio, que es como se llama el conductor, no le duelen las patadas después del incidente, le duele el orgullo. Lleva treinta años en la empresa y ayudó a montar el primer sindicato en la transición. Lucho en su día para dejar un mundo mejor a sus hijos y hoy, nueve chavales, que podrían ser sus hijos y que no han trabajado en su puta vida ni tienen ganas de hacerlo, le han humillado sin dejarle ninguna capacidad de defensa. Emilio, votante de toda la vida del PSOE, no entiende nada. 
Cuando al día siguiente cuente la historia a su mujer y a sus tres hijos mientras comen, se le escapará una lágrima por la mejilla y pensará para sí mismo que siempre se ponía a favor de los piquetes y en contra de los policías en las historias de las huelgas, excepto hoy, claro. 

6. Extracto 6

La coordinación en España solo funciona en los despachos y en las Juntas de Seguridad, donde mandos y políticos, que no saben de la misa la media, firman acuerdos que luego son imposibles de llevar a cabo sobre el terreno. 
La naturaleza del trabajo policial exige de una jerarquía para su eficacia, no de una dualidad de cuerpos con las mismas competencias. Casi todos los servicios del 112 se responden por duplicado por una pareja de Policía Local y otra del CNP sin que sea para nada necesario. Será que sobra el dinero. 
Si un ciudadano de cualquier ciudad del primer mundo, por ejemplo Nueva York, observa un delito en la vía pública, solo puede hacer una cosa: llamar al 911, donde un operador profesional y especializado tiene capacidad directa para movilizar a todos los servicios de urgencia necesarios. 
En Madrid, si un ciudadano observa el mismo delito puede llamar al 092, dependiente del ayuntamiento con su sala de operaciones y con su propia Policía; llamar al 091, dependiente del Estado, con su sala de operaciones y su propia Policía; o llamar al 112, dependiente de la Comunidad Autónoma con la mejor sala de operaciones de todas pero sin contacto directo con ninguna Policía, por lo que el operador tiene que coger el aviso, escribirlo en el ordenador en forma de texto, y luego mandarlo a otro ordenador de la dependencia de Policía Local y CNP que corresponda, donde un policía lo recibe, abre, lee, y luego comisiona a los coches. Gastamos el triple de dinero ¿para ser el triple de eficaces? No, la mitad. Porque si alguien llama, por ejemplo, al 092, este moviliza a un coche de Policía Local que puede estar lejos de donde ocurre el hecho y, sin embargo, quizá a solo dos manzanas de allí haya un zeta del CNP que ni se entere.

7. Extracto 7

Los comisarios tienen sus propias guerras por medrar en el escalafón, y se pisan los unos a los otros intentando llegar a lo más alto. Hay que tener cuidado con los deslices. 
En esta mierda de sistema, donde todos los puestos de responsabilidad se nombran desde el nivel político y a dedo, a lo más alto de la pirámide jerárquica no llegan los mejores, llegan los más arrastrados, lo peor de cada casa, los más vendidos. 
Cuando uno se hace comisario se suele coger a «una cuerda», así lo llaman. Hay dos cuerdas: la del PP y la del PSOE, dependiendo de quién gobierne, es tu momento de intentar medrar o de ir dando codazos para cuando lleguen los de tu cuerda. 
El 20% que se niega a cogerse a ninguna cuerda nunca llegan a nada. 

8. Extracto 8

Es lo de siempre, los malos jefes, que en este cuerpo son el 75%, como no saben ni tienen huevos a perseguir delincuentes, se dedican a perseguir policías. Es su única manera de sentirse jefes.

9. Extracto 9

El número de mujeres muertas por violencia de género ha aumentado desde la aprobación de la ley que las trata de evitar, en relación con el primer lustro del siglo XXI. Pero eso da igual, los políticos tienen sus fotos y las asociaciones que cortan el bacalao, sus subvenciones. 
Hay que ser muy tonto para pensar que un tipo de discriminación se acaba haciendo una ley discriminatoria… ¿Cómo vas a acabar con una injusticia, generando otra injusticia? 
Le ponen un nombre bonito: «discriminación positiva», y a tragar. 

10. Extracto 10

Los policías saben lo que implica un servicio de esta naturaleza en el Barrio Moro, uno de esos guetos creados bajo la permisividad de occidente para gente que no respeta nuestra cultura, que no piensa mucho en integrarse pero que sí quiere imponer la suya. 
No son todos así, obviamente, pero los radicales imponen su ley incluso a quien quiere pensar de otra manera y agradecer lo que este país hace por ellos integrándose. 
Al final no levantan la voz por miedo. 
Esto no se puede decir en voz alta, claro, porque todos los tertulianos progres de nuestra caja tonta te llamarán racista o facha, pero después de realizar cientos de servicios en ese barrio, cualquier policía conoce la realidad de la calle, que se parece muy poco a la de la tele. 
Dentro de ese barrio la mujer es poco más que un objeto y, mientras en las tertulias de la tele, unas supuestas feministas discuten sobre si es machismo que un hombre te lance un piropo, en la vida real, centenares de mujeres viven sin ningún derecho escondidas bajo faldas largas y negras y pañuelos que cubren su cabeza. 
Al final, el feminismo moderno de subvención y doctrina política acaba siendo que si un tío de Albacete te lanza un «guapa» por la calle es machismo y hay que condenarlo, pero si una mujer vive sin derechos bajo un pañuelo es multiculturalismo, alianza de civilizaciones que nos enriquece y no sé cuántas tonterías más, y hay que callar para que no te tachen de racista. En esto se ha convertido el progresismo estúpido en España.

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