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Ocio y Cultura 31/10/2022 · Diego Fernández

10 extractos del libro 'Contra el olvido' de Cristina Cuesta

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"Cristina Cuesta, hija de Enrique Cuesta, delegado de Telefónica asesinado por ETA en 1982, y una de las figuras claves del movimiento pacifista en Euskadi, ha recogido una serie de testimonios estremecedores de estas víctimas, de lo duro de su convivencia con quienes alientan la violencia. Con estos testimonios construye una reflexión sobre la dignidad humana, como único medio de escapar al fanatismo y la intolerancia. Una reflexión que va a ser imprescindible para dibujar un futuro del País Vasco en paz, porque, como escribe en estas páginas, 'o aprendemos de lo vivido o mañana otros vendrán para amargarnos la vida y expulsarnos al exilio del miedo'."



1. Extracto 1

Catalina Romero, viuda de Alfonso Morcillo, asesinado por ETA el 15 de diciembre de 1994.
Catalina Romero, viuda de Alfonso Morcillo, paseaba por la avenida de la Libertad de San Sebastián una soleada mañana de agosto de 1999. Vio venir a dos señoras con un” cartel alto y alargado que portaba la foto de uno de los asesinos de su marido, Valentín Lasarte, sentenciado por la Audiencia Nacional, entre otros crímenes, como colaborador necesario del atentado. Caty relata: “me causó mucha impresión, venían riendo y no pude contenerme y les dije: - Lleváis ahí al asesino de mi marido-. Una de ellas me gritó: -¡Intolerante, que eres una intolerante! La otra se dio la vuelta y me dijo a la cara: -Pues que se joda tu marido-.”

2. Extracto 2

Ertzaina
Estaba yo de patrulla con otro compañero en Pasajes de San Pedro. Se dio la alarma de que habían quemado un autobús en Rentería y que los borrokas (jóvenes de jarrai) habían conseguido aislar a dos furgonetas de la Ertzaintza y que no podía llegar. Nosotros estábamos cerca con nuestro coche patrulla, sin medios para enfrentarnos a aquello. Nos ordenaron ir. Fuimos con la intención de quedarnos apostados en un sitio para controlar y ver qué había, quienes eran o lo que fuere, con tan mala pata que nos hicieron una emboscada y automáticamente, en el centro de Rentería, nos asaltaron 25 encapuchados. En segundos rompieron las lunas del coche con grandes piedras y  nos metieron dentro tres o cuatro cócteles molotov que prendieron, la temperatura era enorme. Mi compañero y yo salimos del coche en marcha ardiendo. El coche siguió su rumbo y chocó contra una marquesina y ardió. Mi compañero, al salir ardiendo del coche, fue apedreado e insultado por los que habían tirado los cócteles. Ante la desesperación optó por tirarse al río. Se arriesgó, porque no sabía si había mara alta o baja, o escombros. Tuvo, suerte, había marea alta, se quedó esperando en el agua a que pasaran los acontecimientos.
Yo seguí corriendo buscando una manguera, iba ardiendo. No encontré a nadie. Me dirigía a la caseta de un guarda; éste, al verme en esa situación, se marchó corriendo espantado. Yo no sabía qué hacer. Pedía ayuda a un coche y fue increíble. Recuerdo que me dijo que no me llevaba a ningún lado porque se le iba a ensuciar el coche y se marchó. En el segundo intento tampoco tuve suerte, no quiso llevarme. Yo seguía ardiendo, las llamas se estaban apagando pero como era ácido yo me estaba abrasando, me quité todo pero me quemaba por dentro, tenía toda la piel colgando. No podía más. Saqué la pistola, encañoné a otro conductor, sin ánimo de hacerle daño, sólo quería obligarle a que me ayudara y me llevó al hospital. Luego le pedí disculpas. Sé que este hombre tuvo problemas en el trabajo por ayudarme, le tacharon de colaborador.

3. Extracto 3

Victoriano Magdaleno. Empresario de Ordizia que pagó dos veces, por las amenazas recibidas en dos cartas de ETA. La tercera carta la rompió y no pagó. En 1981 vendió su casa y su empresa y se fue a vivir a Palencia.
20 febrero 1979.
Se bajaron del coche y empezaron a hablar, no sé de qué. Me obligaron a bajar por un camino, caminamos unos doscientos metros. Les dije que tenía 5 hijos, entonces me hicieron sentarme en el suelo, pensé en todo. No sabía que me iban a hacer, me pusieron la capucha y, sin mediar palabra, me dieron un tiro en la pierna derecha que me partió el fémur y otro en la izquierda que fallaron. Los dos tiros los oí. Salieron corriendo. La pierna se quedó colgando. Me arranqué el jersey y me hice un torniquete, sangraba mucho. Arrastras como pude, no había nadie, subí hasta casi la carretera y empecé a pedir auxilio, oía al fondo ganado. Estaban recogiendo en una borda abajo y me oyeron. Cogieron un Land Rover y vinieron a buscarme. En total estaría una hora y media.

4. Extracto 4

Gerardo Arín, comenta como asesinaron a su padre Patxi Arín, empresario de Tolosa.
15 diciembre 1983
Cuando llegó a casa, esos dos sujetos ya se habían identificado como miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, y al llegar le dijeron que estaban allí para secuestrarle. Yo le dije que cogiera una pelliza que acababa de comprar, porque era el 15 de diciembre y hacia bastante frio y además una serie de medicamentos que él estaba tomando para la tensión alta. Los secuestradores nos dijeron que no nos preocupáramos porque el sitio donde a donde le iban a llevar no iba a pasar frio y se marcharon. Fueron al garaje y se montaron en el coche de mi padre. Antes de irse nos advirtieron de que esperáramos dos horas sin avisar a nadie, que no habláramos con nadie. A los minutos apareció una patrulla de la Guardia Civil en casa, del grupo Antiterrorista, y preguntaron si pasaba algo. Les dijimos que no, pero se dieron cuenta de que algo ocurría. Entonces les dijimos que se habían llevado a mi padre. Uno de ellos recibió una llamada y nos comunicaron que se tenían que marchar. Se marcharon y a los cinco minutos recibimos otra llamada por teléfono diciéndonos que mi padre había aparecido en Irura, sin decirnos más.
Llegó un tío nuestro a quien había avisado yo. Me dijo que antes pasáramos por el cuartel de la Guardia Civil de Tolosa por si era una trampa. Pasamos por el cuartel de Tolosa. A mi tío le comunicaron que mi padre estaba muerto, que le habían pegado un tiro y que estaba en Irura. Nos fuimos para allá y allí estaba. Mi padre estaba en el maletero de coche, con un tiro en la nuca y cubierto con la pelliza.

5. Extracto 5

Jaime Caballero Urdapilleta (Empresario secuestrado por ETA el 10 de diciembre de 1986)
Todos los días paso por delante de mi zulo, lo tengo enfrente de mi empresa, desde mi oficina lo veo. Cuando cogieron a Santi Potros, el 30 de septiembre de 1987, nos enteramos de dónde estaba y quienes me habían secuestrado. Me quedé alucinado. Me parecía increíble que hubiera estado encerrado tan cerca de la empresa. Le habían detenido al dueño del local donde me encerraron. Me llamó la jueza Garbiñe Biurrun para que fuéramos a verlo, y la verdad, me pareció mucho más pequeño de lo que lo recordaba, parece estando ahí metido me había familiarizado con él. De ancho justo pegaba con los codos en los laterales, de unos dos metros, un cajón. Yo no caminaba nada, hubo gente que si caminó. Con lo que me gustaba andar e ir al monte, pero allí dentro no. Julio iglesias y Emiliano Revilla si caminaron dentro de sus zulos. Tenía la luz encendida todo el día, una bombilla blanca de día y una bombilla verde de noche, y música las veinticuatro horas de día, los cincuenta y nueve días, música día y noche.

6. Extracto 6

Consuelo es hermana de Gregorio Ordoñez, el primer concejal del partido popular asesinado por ETA el 23 de enero de 1995. 
Consuelo ha dejado de ir a la parte vieja de San Sebastián. Hace más de un año, estando una noche con sus amigas tomando algo, por la espalda, le dieron un botellazo en la cabeza. Tiraron a dar y le abrieron una brecha infinitamente más pequeña que la de su indignación. El momento del botellazo fue uno de los más duros que ha vivido tras la muerte de su hermano, no tanto por el dolor físico sino por la humillación que sintió. 

7. Extracto 7

José María Michelena exconcejal de Eusko Alkartasuna en el ayuntamiento de Oiarztun.
Cuando se aprobó dentro de Herri Batasuna la ponencia Oldartzen nos dimos cuenta de que empezaron a aplicarla en Oiartzun. Lo de la “socialización del sufrimiento” fue clarísimo. A los pocos días de que se aprobara la ponencia, hubo un pleno en el ayuntamiento en el que una persona de ese partido (Herri Batasuna) se levantó y nos amenazó de muerte a toda la oposición. Entonces pedí la palabra y exigí al secretario y al alcalde que esa amenaza constara en acta. El alcalde dijo que no había por qué recoger aquellas palabras porque provenían del público. Y yo le dije que dado que habían sido amenazantes entendía que era mi derecho que se hiciera constar en acta, quería que quedaran reflejadas. El resto de los concejales, por miedo, o no sé por qué, no dijo nada. Yo insistí y dije que ya podía estar todo el pueblo en contra mí pero que mi derecho era mi derecho y yo quería ejercerlo. No lo reflejaron.

8. Extracto 8

Albino Machado, en 1994 trabajó de cocinero en el bar de la Comisaría de la Policía Nacional de San Sebastián durante seis meses.
El atentado fue  el 23 de junio de 1996, a las diez de la mañana de un martes. El lunes mi hijo el mayor se había ido a las colonias. Me levanté a las ocho menos cuarto, estaba nublado. Solía llevar a mi niño pequeño de dos años y medio, mi segundo hijo, a la guardería, normalmente en coche. Ese día, no sé por qué, decidí llevarlo andando. Lo dejé en la guardería y volví a casa. Le di un beso a mi mujer de despedida. Me acuerdo perfectamente del beso que me dio ella aquel día, fue diferente. Bajé al coche, quité la alarma. Noté que alguien había tocado algo, alguien había andado en la cerradura del coche. Miré dentro y vi que no faltaba nada. Entré y lo arranqué, en ese momento pasaba un grupo de chicas que conocía de vista del barrio. Empecé a andar marcha atrás, hice una maniobra para salir y fue entonces. Sentí un ruido sordo, inexplicable, pensé que había chocado con otro coche, pero no vi nada. Entonces mi di cuenta de que toda la parte delantera del coche estaba desprendida y el techo agujereado. En ese momento pensé que había sido una bomba. Mi fijé que al lado había dos coches aparcados, un todo terreno tenía todos los cristales rotos y pensé que no lo había tocado, entonces también asimilé que había sido una bomba: me habían puesto una bomba debajo del coche.
El coche siguió deslizándose hasta pegar con el bordillo de la acera contraria. Cuando paró se abrió la puerta de mi lado, intenté moverme y no pude, me di cuenta de que algo gordo pasaba. Sentí que las piernas no me respondían. A unos metros había dos chicas y dos chicos, uno dentro de una furgoneta. Dije algo, pedí socorro y un chico vino a ayudarme. Me agarré a su cuello y al salir del coche me di cuenta de que tenía muy mal la pierna izquierda, no había mucha sangre.

9. Extracto 9

Pilar Calahorra, herida el 25 de octubre de 1986, en el atentado de ETA, que costó la vida al Gobernador militar de Guipúzcoa Rafael Garrido, a su mujer Daniela Velasco, a su hijo Daniel Garrido y a una viandante; María Texeira.
Fue un estruendo espectacular, pensé que estábamos en guerra. Tengo ese ruido metido muy dentro. Al principio no sabía lo que había pasado, noté un golpe terrible en mi pierna. Yo estaba en una marisquería de la esquina, al lado del semáforo donde se encontraba parado el coche del gobernador. La familia de la casa donde había estado trabajando me había mandado a comprar ahí porque celebraban una fiesta. Llovía cristales de todos lados, había humo y yo noté aquel golpe seco que me destrozó la pierna. Pensé en mi familia. La gente chillaba, todos corrían sin saber dónde ir. Era un desconcierto total, un caos, pensé en un bombardeo de la guerra o algo así. Nunca había vivido nada parecido.
Mi pierna sangraba y me hicieron un torniquete de urgencia. Tenía la rodilla y la articulación de mi pierna izquierda destrozadas. No perdí el conocimiento, hasta llegar al hospital. Recuerdo cada uno de los baches del camino. Parece que un trozo del coche salió desprendido por la bomba y me traspasó la pierna. Me iba quedando sin fuerza, perdí mucha sangre. Llegué al hospital y me miraron, me hicieron una radiografía y me pasaron a la UVI. Estuve catorce días allí e ingresada desde el 25 de octubre  hasta el 9 de mayo. El 13 de noviembre de 1987, pasé el tribunal médico. La pierna me quedó muy mal, no la puedo doblar, tengo que ir con una muleta hasta que me muera y he tenido suerte porque podía haberla perdido. En la rodilla tengo una prótesis. Me han hecho cuatro operaciones, a veces pierdo la cuenta. Desde aquello he vivido un calvario continúo; reconocimientos, operaciones, rehabilitación, dolor, el cuento de nunca acabar. En el hospital estuve colgada todos esos meses, fue horrible, estaba colgada por una grúa, todo el día y toda la noche. No me podía mover.

10. Extracto 10

Raquel Peña, esposa de Ángel Cruz Salcides, asesinado por ETA el 5 de diciembre 1978.
Eran las tres y no venía; eran las tres y media y no venía…Pasé preocupada a casa de la vecina y ella me tranquilizó. Me dijo que seguro que se había entretenido con alguien, que no le había pasado nada, que yo siempre estaba con lo mismo. Llamé a la oficina del ayuntamiento de Pasajes y pregunté por él. Yo les vi que titubeaban un poco y uno me dijo que no se podía poner porque mi marido había tenido un accidente y que estaba en el hospital. Me descompuse.
Mi vecina y yo buscamos el número del hospital, llamé y deje que era la señora de Ángel Cruz Salcides y que me habían dicho que mi marido estaba allí herido, pregunté cómo estaba y si tenía que llevarle algún pijama o alguna cosa. Me dijo que no tenía que ir porque mi marido estaba muerto. Me derrumbé. Si no me coge la vecina, me tiro por el balcón de su casa a la calle.

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