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Ocio y Cultura 24/10/2022 · Diego Fernández

10 extractos del libro 'Viva la madre que me parió' de Arturo González Campos y Sergio Fernández (El Monaguillo)

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"¿Por qué una madre piensa que no hay herida, por grave que sea, que no se cure con su propia saliva?¿Por qué un ser que te quiere tanto puede llegar a decir una frase tan cruel como: “Llora, llora, que menos mearás?¿Cómo una madre sabe ver el futuro y si te dice: “bájate de ahí, que te vas a caer”, seguro que te caes?¿Y por qué cuando te caes, en lugar de consolarte te da dos azotes a pesar de que le estás dando la razón?.
Este libro es un homenaje a esos seres fascinantes que parece que, en cuanto se convierten en madres, reciben clases secretas para hacer las misteriosas cosas que hacen."


1. Extracto 1

Uno no sabe qué es peor, si esa época o la que tiene tu madre un poco después en la que no le gusta ninguno de tus amigos: 
—A mí el Rafa ese no me gusta un pelo, es un chulito, y tú vas detrás de él como un perro, pero, ahora, que más tonto eres tú. 
Es en esa etapa, también, cuando todo lo que hacen tus colegas está mal. Si le dices que os vais al centro comercial: 
—Y qué hacéis allí todo el día criando polvo. 
Si le dices que os vais al cine: 
—Y qué hacéis allí todo el día criando polvo. 
Si le dices que os vais a la biblioteca: 
—Y qué hacéis allí todo el día criando polvo. 
Si le dices que habéis quedado con unas chicas: 
—Ni se os ocurra criar polvo. 
Es entonces cuando nace otra frase mítica de madre: 
—O sea, que si tus amigos se tiran por un barranco, ¿tú te tiras detrás?

2. Extracto 2

Pero lo «mejor» está por llegar. Si ser adolescente ya es fastidiado, tener una madre con esta edad ya es mortal. Porque un día te suelta antes de salir de juerga: 
— ¿Por qué no te traes a tus amigos a casa en vez de estar por ahí dando vueltas como tontos? 
Querido adolescente que estás leyendo este libro, no lo hagas, es una trampa… En cuanto tus colegas entren por la puerta, tu madre sufrirá una transformación e intentará hacerse la moderna, pero claro, la moderna de cuando ella era joven: 
— ¿Qué pasa, titis? Pasad, pasad toda la basca, que he preparado unas medianoches que vais a flipar en colores. Y luego, si nos lo pide el body, nos tomamos unos pelotis. Me piro a la cocina, vampiro.

3. Extracto 3

Está clarísimo que si el argumento de muchas películas lo hubiera decidido tu madre, la cosa hubiese sido de otra manera. Fíjate en los finales posibles. 
Titanic 
Leonardo DiCaprio se salvaría porque ella le habría dejado hueco en la tabla. Tu madre sabe ordenar las cosas para que todo entre. 
El sexto sentido 
Le hubiera hecho a Bruce Willis un buen cocido, que eso levanta a un muerto. 
El exorcista 
Le habría subido las persianas a la niña y gritando le hubiera dicho: «Vengaaaaaaa, todo el día acostada en la cama y yo aquí como una esclava. Esto no es hotel, solo verte me corren los demonios por dentro». 
Tiburón 
No hubiera muerto ninguna persona porque habiendo bandera amarilla y sin hacer la digestión, no se baña nadie.

4. Extracto 4

Tu madre tiene un armamento de expresiones relacionadas con la comida que te va a obligar a comerte sus lentejas, aunque el refrán diga que «si quieres las comes y si no las dejas». Las suyas te las comes y punto, porque si no utiliza su argumento más demoledor: 
—Cómetelo todo que hay mucha hambre en África. 
Que ves el plato que te ha puesto y te dices a ti mismo: 
— ¿Cómo no va a haber hambre, si me lo estoy comiendo yo todo? 
¡Qué interés tiene en que comas lentejas porque tienen mucho hierro! Parece que está criando a Robocop. Es normal que tengas miedo de que en vez de llevarte al médico termines en el chapista o pasando la ITV.

5. Extracto 5

Tiene muchísimos consejos para que tu alimentación sea más completa, por ejemplo: 
—Cómete un plátano que tiene potasio. 
Aunque como no tiene la respuesta a la pregunta de para qué se necesita el potasio, cambia la frase por: 
—Cómetelo, que tiene mucho alimento. 
Menos mal que en este caso no es sustancia. Tu madre con los plátanos engaña bastante. Tú ves el plátano medio chuchurrio y negro como el vestuario de las hijas de Zapatero y, sin embargo, ella dice: 
—Aunque lo veas negro está bueno por dentro, ya verás qué rico y qué dulce está. 
—Mamá, yo quiero un plátano normal; como el que sale en los anuncios o como el que se come Rafa Nadal en mitad de los partidos. 
Ese plátano sí que tiene buena pinta, y no el que quiere que te comas, que es una mezcla entre el negro de Boney M y Kirk Douglas.

6. Extracto 6

Hay muchas madres que recomiendan aderezar diferentes platos con un chorrito de algo. Sus famosas lentejas llevan un chorreón de vinagre porque según dicen «las alegran». Algunas echan tal golpe de vinagre que en la primera cucharada se empañan las gafas. Además, colocan un platito al lado con cebolla cortada en cuatro partes para que al quitarse uno las gafas empañadas se pueda llorar a gusto. 
Otras son muy partidarias de acompañar algunas comidas con guindillas picantes, esas que vienen en bote de cristal nadando en vinagre, esas que entran muy bien pero salen… —¡madre míaaaaaa!—, y acabas con el culo como el mechero de un coche, y aun así ellas empeñadas: 
—Dale un bocaíto a la guindilla, que alegra mucho.

7. Extracto 7

Si te fijas bien, tu madre siempre tiene una frase para aplacar la alegría, porque ella es precavida, ella ve más allá que tú. Si te encuentras con un vecino y te quiere soltar un piropo en plan: 
—Hay que ver, lo grande que está la criatura. 
Ella corta tu alborozo con un: 
—Ellos para arriba y nosotros para abajo. 
Para que recuerdes que, el hecho de que tú crezcas, la deja a ella en mal lugar, la lleva a la muerte, al hoyo. Quién no ha la oído decir eso de: 
— ¿Quieres recoger el cuarto? Que me duele la boca de decírtelo.

8. Extracto 8

Había una época en todos los niños en que nos entraba el síndrome de Mister Potato y empezábamos a hacer ese tipo de cosas: plegarnos las orejas y meterlas dentro del agujero del oído, ponernos una pinza de la ropa en el labio hasta que se nos quedaba como a Lionel Richie, deformaciones varias en definitiva. 
Pero ahí entra la madre, a parar con toda su fuerza la gracia que podía hacerte ver a tu hermano aguantar la respiración hasta que las pelotas se le salían de los ojos con su frase mortal: 
—Como te de un aire, te quedas así para toda la vida. 
¿Qué es un aire? ¿Quiere decir que si, por ejemplo, alguien abre la puerta de la calle en ese momento y hace corriente, tu hermano va a tener ya para siempre la misma cara que Val Kilmer el resto de su vida? —te sugiero que pongas en Google «Val Kilmer gordo» para que entiendas este chiste… Ya verás, se ha pasado con los Phoskitos.

9. Extracto 9

Resumiendo. Tu madre vive por desvivirse. Ella es la que, en las Nocheviejas, cuando todos estáis brindando felices por el nuevo año, hace el brindis pinchaglobos, ese de: 
—Por los presentes y por los ausentes. 
Para que nunca haya un exceso de felicidad. Ella es la que, cuando te vas de juerga, dispuesto a pasártelo pipa, te anima con un: 
—Disfruta, hijo, que estás en la edad. 
Dejándote muy claro que lo de disfrutar es una cosa temporal y que, a una edad determinada dejarás de hacerlo. ¿Cuándo? Depende de a qué edad te dé un aire. 
Y ella es, ante todo, la creadora de una máxima que resume en sí todo este capítulo y todo el espíritu de una madre apocalíptica: 
—Nos estamos riendo mucho, ya lo pagaremos.

10. Extracto 10

Tu madre tiene réplica para cada cosa que le digas, y sus alegaciones tienen dos características fundamentales: son incontestables y son incomprensibles, lo que las hace más incontestables aún. Por ejemplo, para el día que, paseando por el centro comercial, te emperras en que te compre algo te responde: 
—Cuando seas mayor y tengas tu dinero, te compras lo que quieras. 
Que tú te quedas pensando: «Qué guay, me veo con cuarenta años calvo, con barriga y comprando micromachines». 
Esto parece una chorrada, pero está condicionando el mundo actual. Cuando ves a un señor mayor en una tienda de cómics comprando una figurita de Aquaman por doscientos euros, se te pasa por la cabeza lo que tu madre te dijo a ti de pequeño: 
—Cuando seas mayor y ganes tu dinero, te compras lo que quieras. 
Pedirle cosas a tu madre es siempre un ejercicio inútil. 
—Mamá, quiero un polo. 
—Muy bien, quiérelo.

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