10 extractos del libro 'Memorias de un exilio. Argentina mon amour' de Miguel Gila
"En este segundo libro de memorias, nuestro genial humorista aborda su etapa latinoamericana, un periodo lleno de entrañables recuerdos y divertidas anécdotas, etc.
Aquellos veintitrés años —salpicados de periódicos viajes a España, durante los cuales colabora con Luis del Olmo y conoce a los líderes políticos de nuestra joven democracia, entre ellos a Felipe González— fueron una etapa de maduración artística en la que Miguel Gila profundizó en los secretos del arte dramático, se inició en el mundo del cine y se enfrentó con éxito al reto de renovar una popularidad que ya se había ganado a pulso en España."
1. Extracto 1
Lo que peor llevaba de aquellos viajes en barco era la escala en Río de Janeiro. No me afecta el frío, nunca me afectó, tal vez porque cuando era chico iba a buscar la leche a la vaquería sin más ropa que una vieja y grande camiseta de mi abuelo y unas alpargatas, o tal vez porque todas las mañanas iba al colegio caminando por la nieve, o porque durante la guerra civil pasé muchos meses en la sierra, es más, durante el mes de enero de 1937, estando en Buitrago, rompíamos el grueso hielo que se formaba en la presa de Santillana y nos metíamos en el agua a nadar. No sé si éstas son las razones por las que nunca tengo frío, lo que sí tengo bien claro es que no soporto el calor, y aquella escala en Río de Janeiro era para mí una tortura. A los pocos minutos de pisar tierra comenzaba a sudar hasta que la camisa se empapaba como si me hubieran tirado a una laguna.
2. Extracto 2
Curiosamente, el hecho de vivir en Buenos Aires hacía que la llegada de los actores o artistas españoles motivara un encuentro más afectuoso que los que teníamos en España. Por lo general las compañías que venían de España iban al teatro Avenida, ese teatro de la avenida de Mayo en la que durante la dictadura franquista en una de las aceras estaban los partidarios de Franco y en la otra acera los republicanos, enemigos del dictador. Era frecuente que de una a otra de las aceras se lanzaran insultos y hasta botellas, piedras o latas. En esa avenida se había establecido una pequeña guerra civil a modo de epílogo de la ya finalizada guerra civil española.
3. Extracto 3
Es frecuente que a los que hacemos humor nos copien, si no en totalidad, algunas cosas. Yo he tenido siempre la sensación de que cuando alguien se apodera de una idea o cuenta algo que pertenece a la imaginación y al esfuerzo de un creador, está metiendo la mano en el cerebro del creador de la idea con la misma impunidad que un carterista mete la mano en el bolsillo de alguien y le roba la cartera, con la diferencia de que, salvo algunas cosas, lo de la cartera se puede reponer. Esto lo digo por propia experiencia, porque en una ocasión, en el metro, me robaron la cartera y pude reponer todo menos una fotografía, la única que había, de mi padre.
4. Extracto 4
En Florencia, recordé algo que ocurrió en una ocasión, de lo que fue protagonista mi primo el Crescencio. Un grupo de anticuarios me invitaron a una cena, como siempre con el ruego de que una vez finalizada les deleitara con mi humor. Durante la cena se hablaba de antigüedades. Uno de los anticuarios comentó que en un pequeño pueblo de la provincia de Palencia había una iglesia con retablos del siglo x, y otro de los anticuarios habló de un cristo en una iglesia de un pequeño pueblo de Zamora, que se suponía que era del siglo VI. Mi primo, que sólo había abierto la boca para comer, dijo:
—Pues en mi pueblo hay un cristo que ni Dios sabe de cuándo es. Y ahí se nos atragantó la comida con la carcajada. Mi primo Crescencio era todo un personaje.
5. Extracto 5
Londres
Nos fuimos a un hotel, con esa idea que tenemos en España de que encontrando un hotel donde alojarse se acabaron los problemas. A los dos días nos echaron porque la habitación estaba reservada. Nos fuimos a otro hotel y en ése fueron más espléndidos, en ése nos dejaron estar tres días, y así, de hotel en hotel, en éste dos días, en éste uno, en éste tres. Entre «¡La madre que parió a los ingleses!» y el continuo trasiego de hacer y deshacer maletas, iban pasando los días. No creo que en ninguno de los viajes y lugares que estuve en mi vida, me haya sentido peor que en Londres.
6. Extracto 6
En Punta del Este me ocurrió algo que vale la pena contar. Hay algunas carreteras que están sin asfaltar, bastantes en el interior de Uruguay. En una ocasión, viniendo de Maldonado hacia Punta del Este, pillé con una rueda del coche un canto afilado que hizo un agujero no muy grande en el depósito de la gasolina, pero lo suficiente para que la gasolina se escapara por él. Intenté taparlo con jabón, con chicle, con cera y con todo lo que se me iba ocurriendo. Llegué al surtidor de gasolina que hay a la entrada de Punta del Este, lo comenté con el hombre de la gasolinera y me dijo:
—Vaya usted ahí, al almacén, y compre membrillo.
Así lo hice. El hombre se metió debajo del coche, tapó el agujero con membrillo y no volvió a salir una gota de gasolina. Seguimos con el veraneo hasta el final y cuando regresamos a Buenos Aires llevé el coche a los talleres de los hermanos Viola, unos asturianos que se habían establecido en Buenos Aires hacía muchos años, que eran quienes me lo cuidaban y reparaban. Comenté el incidente con uno de los hermanos Viola. Cuando sacaron el depósito de la gasolina y trataron de quitar el membrillo para hacer una soldadura, no lo lograban ni con un cortafrío. Y entonces descubrí por qué cuando se tiene el vientre descompuesto nos dicen que comamos membrillo.
7. Extracto 7
En Chile ni había indios araucanos ni había nada de lo que nos había contado en la clase de historia el hermano Nicolás, en Chile habían gentes como nosotros, que hablaban el mismo idioma, aunque algunas palabras nos resultaron chocantes. Por ejemplo: nos llamó la atención leer en muchos carteles gigantes de la calle: «Meta su polla en el Banco», «Aquí está su polla», y polla aquí, y polla más allá. Pregunté qué quería decir aquello y me explicaron que «la polla» es lo que aquí conocemos como «quiniela». Cuando es de fútbol, se llama «la polla del fútbol» y cuando es de hípica la llaman «la polla de los caballos». Se me hacía raro cuando alguien me decía: —Ya tengo preparada la polla para el domingo.
8. Extracto 8
Al finalizar mi actuación, don Santiago (Bernabeu) me invitó a compartir con él la mesa en la que se encontraba con varios amigos. Le comenté mi frustración como futbolista, ya que, a mis diecisiete años, jugando en la Balompédica Chamberí, me habían hablado de entrar en el juvenil del Real Madrid; pero esto ocurría en 1936 y mi futuro como interior izquierda se convirtió en otro equipo de izquierda, mi enrolamiento voluntario en el 5º Regimiento de Líster.
9. Extracto 9
Programa radiofónico, el estado de la nación.
En uno de esos programas conozco personalmente a Felipe González, al que invitamos el mismo día que cumplía cuarenta y cuatro años. A modo de tarta se le hizo una tortilla gigante de patatas con una vela en la que estaba el número 44. También en uno de esos programas se le concedió al rey Juan Carlos el «Más bonito que un San Luis», y fuimos a entregárselo personalmente al palacio de La Zarzuela, donde nos recibió.
Y tal vez como compensación, Felipe González nos invita a todos los humoristas a compartir un «tentempié» y una charla en «La Bodeguilla». Le pregunto al portero del hotel Wellington cuánto tardaré en llegar a La Moncloa y me dice que tal como está el tráfico me conviene salir hora y media antes de la cita. La cita es a las nueve, así que cojo un taxi a las siete y media, y milagrosamente llego a La Moncloa en quince minutos. Ni está Felipe González ni hay nadie, aparte de la gente de servicio. Me invitan a que me siente y espero. A las nueve menos veinte llegan Felipe González y Carmen Romero. Felipe me pregunta:
—¿Hace mucho que has venido?
Y le digo:
—¿Que si hace tiempo? Si vengo media hora antes me encuentro a Adolfo Suárez.
Felipe ríe y, para hacer tiempo, me va explicando lo de esos árboles enanos que él colecciona y cuida. Me explica cómo se buscan, dónde se encuentran y me dice que tienen parte delantera y parte trasera.
10. Extracto 10
Y el 23 de junio del mismo año el PSOE repite la mayoría absoluta.
Felipe González nos invita a cenar en La Moncloa. Esta vez la invitación es para los que desde distintos medios le hemos prestado apoyo en su campaña electoral. Felipe y Carmen Romero nos reciben cariñosamente. Van llegando los invitados. Y con Concha Velasco, Miguel Bosé, María Dolores, Vicente Parra, Sara Montiel, José Luis Coll y varios amigos más cenamos aquella noche que me dio la oportunidad de informarme de cómo iban las cosas en el país.